Teniendo en cuenta la problemática del hambre, muchos países en el último tiempo están diseñando nuevos programas de ayuda alimentaria, con metas más precisas desde los puntos de vista geográfico, sectorial y de sus beneficiarios.
En relación a los programas para contribuir a la seguridad alimentaria, éstos tienen los siguientes objetivos:
- Concentrar los recursos en aquellas zonas con mayor incidencia de personas con inseguridad alimentaria.
- Darle prioridad a la población más vulnerable, es decir a los pobres.
- Llevar adelante distintas actividades que tengan en consideración las necesidades de la comunidad y las causas básicas que originan la inseguridad alimentaria.
Al momento de definir los objetivos de las estrategias de largo plazo, las cuestiones principales sobre la inseguridad alimentaria son la suficiencia y el acceso. Es decir que siempre haya cantidades disponibles de alimentos básicos para la población y
que las familias pobres tengan acceso a alimentos suficientes para evitar la desnutrición.
La autarquía como método para alcanzar la primera meta de la autosuficiencia en la producción de alimentos básicos es reconocida como un enfoque costoso para la mayoría de los países.
Así lo demuestran determinadas regiones que afirman que ha sido imposible desde principios de la década de los ochenta sostener con credibilidad que la seguridad alimentaria es un problema de oferta de alimentos sin, por los menos, hacer referencia a la importancia del acceso y al derecho a ella.
Es por esto que en lugar de pretender la autosuficiencia nacional total, generalmente es más económico producir y exportar el tipo de bienes para los cuales tiene ventajas comparativas internacionales, e importar algunos de los alimentos necesarios.
Si una hectárea de tierra genera el doble de ingresos con cultivos de exportación que con cultivos de alimentos básicos, los productores mejoran produciendo los primeros e importando los segundos.
El peligro del enfoque autárquico es que dentro de esa búsqueda de la autosuficiencia puede ser que se extraigan productos rurales a bajos precios para alimentar a las ciudades, generando incentivos perversos, dañando la producción de alimentos y el empleo, y empeorando la desnutrición.
El hecho de alcanzar la seguridad alimentaria, en el sentido de disponibilidad total de alimentos, depende de la utilización de políticas adecuadas de comercio exterior y del desarrollo de los sistemas de comercialización. Asimismo, dada la naturaleza fluctuante de las cosechas, intentar cubrir todas las necesidades de alimentos únicamente a través de la producción nacional implicaría someter a a la población a soportar carestías ocasionales y a los productores excedentes productivos.
La preocupación sobre los niveles de nutrición no concierne a la autosuficiencia nacional total de alimentos, sino también a la seguridad alimentaria de las familias pobres.
En el corto y mediano plazo, la desnutrición puede ser aliviada con programas de asistencia alimentaria, mientras que en el largo plazo la forma más segura para eliminarla es elevar los ingresos y la educación de las familias pobres.
Teniendo en cuenta evidencias internacionales, se ha observado de forma concluyente que los tres ejes principales de la alimentación son el ingreso per cápita, el nivel de educación y la salud.
Por ello, la producción de alimentos por parte de las familias rurales pobres colabora con su seguridad alimentaria, fundamentalmente a través de sus mayores ingresos o poder de compra.
Si dichas familias tuvieran la posibilidad de incrementar sus ingresos trasladándose a cultivos no alimentarios de mayor rentabilidad, podría notarse el mejoramiento de su nutrición.
Dichos cultivos a menudo son más intensivos en mano de obra que los granos, por lo cual son muy apropiados para la alta dotación de mano de obra por hectárea que caracteriza a las familias campesinas de bajos ingresos.
De todos modos, cuando los cultivos de alta rentabilidad no son una opción viable, ya sea por las condiciones agronómicas, la falta de pleno acceso a los mercados u otras razones, resulta que el principal camino para mejorar la nutrición es el aumento de los rendimientos en los cultivos de alimentos.
En resumen, la lección fundamental es que, para mejorar la nutrición de los hogares rurales, los patrones de siembra deben responder a ventajas comparativas, y no hay que dar incentivos artificiales a los productores para que siembren alimentos básicos.
La manera más segura y eficaz para aumentar la seguridad alimentaria de las familias es generar incrementos en sus ingresos. De esta manera, la producción de alimentos puede tener escasa relación con la seguridad alimentaria de los pobres, excepto en las zonas rurales con pocas alternativas de cultivo.