Si bien ambos términos son intercambiables en muchos casos, presentan algunas diferencias.
El concepto de orgánico y natural no siempre significa lo mismo al hablar de alimentos.
Los alimentos orgánicos son cultivados sin pesticidas artificiales, fertilizantes o herbicidas. Es el caso de La carne, los huevos y los productos lácteos orgánicos que se obtienen de animales que se alimentan con comida natural y a los cuales no se les administra ni hormonas ni antibióticos.
En tanto, los alimentos naturales están libres de ingredientes sintéticos o artificiales, o aditivos.
El término “alimentos saludables” es un concepto más general que se puede aplicar tanto para los alimentos naturales como para los orgánicos, o también para los alimentos regulares que hayan pasado por menos procesamiento de lo habitual, como las harinas molidas en piedra o de grano entero.
Aunque algunos han dicho que los alimentos orgánicos tienen mayor concentración de algunos nutrientes, la evidencia demuestra que es una combinación. El contenido nutricional de los alimentos también varía grandemente de acuerdo al momento en que el alimento fue cosechado y cómo se ha almacenado o procesado.
Aunque son más frescos, tampoco existe evidencia de que los alimentos orgánicos, naturales o los alimentos saludables tengan mejor sabor que los alimentos regulares.
De todos modos, el sabor de un alimento está determinado por la genética de la planta y no por si el cultivo se ha hecho de manera orgánica o convencional.
El rol de los fertilizantes en la producción de alimentos
La cosecha y la manipulación también pueden afectar el sabor de un producto. Un durazno o tomate que ha sido cosechado cuando está demasiado verde nunca desarrollará el sabor completo de aquella fruta que sí se dejó madurar en el árbol o planta.
El tipo de fertilizante en general no afecta el sabor o la nutrición, pero sí tiene un efecto en el ambiente.
Muchos consumidores optan por pagar precios más altos por los alimentos orgánicos ya que su producción no ocasiona daño al ambiente mediante el uso de pesticidas y herbicidas, y los fertilizantes de composta colaboran con la restauración del suelo y no son tan dañinos para el ambiente como los fertilizantes convencionales. Sin embargo, simplemente indicar “orgánico” no resguarda al alimento de contaminarse del campo al mercado.
La industria de los fertilizantes convierte las materias primas en tres tipos principales de fertilizantes: nitrógeno (amoníaco), fósforo y potasio. Estas diferentes aplicaciones requieren procesos químicos con un control y una supervisión precisos de temperatura, presión, nivel y flujo.
El constante crecimiento poblacional provoca una presión que empuja a los agricultores a aumentar el rendimiento de los cultivos, lo cual representa un mejor aporte ecológico en materia de producción de alimentos en comparación a la deforestación.
Si a esto se le suma la demanda de biocombustibles, que en gran parte procede de los cultivos, es evidente que la necesidad de fertilizantes químicos será mayor.
Anualmente, la industria de los fertilizantes transforma millones de toneladas de materias primas como aire, gas natural y minerales extraídos en productos que proporcionan a las plantas tres nutrientes esenciales: nitrógeno, fósforo y potasio.
¿Qué tipos de fertilizantes existen?
Fertilizantes nitrogenados
Los fertilizantes nitrogenados representan el grupo más numeroso e importante. Requieren varios pasos para su producción. Las materias primas son el nitrógeno del aire y el hidrógeno del gas natural/metano (CH4). Cuando se mezclan a alta temperatura y presión, el producto resultante es el amoníaco (NH3). Este producto intermedio se oxida para producir ácido nítrico (HNO3), que da lugar a los fertilizantes minerales de nitrato de amonio (AN) y, mezclado con CO2, urea. Un tercer tipo de fertilizante nitrogenado es el nitrato amónico de urea (UAN), que se obtiene mezclando AN, urea y agua.
Fertilizantes fosforados
Este grupo de fertilizantes proviene de la roca fosfórica que es un mineral extraído. Cuando el concentrado de fosfato se trata con ácido sulfúrico (H2SO4), se convierte en superfosfato simple (SSP) o ácido fosfórico. Este ácido se mezcla con amoníaco para producir fosfato monoamónico (MAP) o fosfato diamónico (DAP). El fertilizante de superfosfato triple (TSP) puede producirse concentrando el ácido fosfórico o concentrando aún más el fosfato.
Fertilizantes a base de potasio
Este fertilizante también viene de un mineral extraído: la roca potásica, una amalgama de carbonato de potasio y sales de potasio. El proceso de fabricación de los fertilizantes potásicos comienza con la concentración de la potasa y su tratamiento para obtener una solución de cloruro potásico. Esta solución produce muriato de potasio (MOP), nitrato de potasio (KN) cuando se mezcla con ácido nítrico, y sulfato de potasio (SOP) cuando se mezcla con ácido sulfúrico.
En resumen, se puede decir que si bien hay una mayor conciencia con respecto al consumo de alimentos más respetuosos con el medio ambiente, la propia industria y el contexto social y económico llevan a que esto se deje de lado y se utilicen técnicas convencionales que agilicen los procesos y aumenten la producción sin medir demasiado la calidad ni los daños generados.