La seguridad alimentaria se ha transformado en un objetivo dominante de la política agrícola en la mayoría de los países. Sin embargo, la gran variedad de definiciones que existen hacen que su significado no sea fácil de precisar.
En la década de los años setenta, las definiciones sobre seguridad alimentaria la consideraban la producción total de alimentos del país, pero desde esa época se han hecho enfoques de la capacidad de las familias pobres para poder obtener el acceso a los alimentos en las cantidades necesarias.
En los países de bajos ingresos, los gastos en alimentos ocupan gran parte del presupuesto de muchas familias. Del mismo modo, los precios y la disponibilidad de los alimentos tienden a ser más volátiles que en los países industrializados, debido a que los mecanismos de comercialización están mucho menos desarrollados.
Las escaseces temporales, como la falta de leche o azúcar u otros productos básicos en los mercados durante una semana o más, son hechos comunes. Sin embargo, han desaparecido de la memoria colectiva en las sociedades industrializadas.
La cuestión de que tales escaseces sean la consecuencia inesperada de algunas políticas no hace descender sus efectos sobre la población. Aún sin efectos temporales, la desnutrición crónica sigue siendo un hecho en la vida de grandes segmentos de la población, sobre todo en muchos países de bajos ingresos.
¿Cuáles son las estrategias para abordar la inseguridad alimentaria?
Para la proyección de programas de alivio a la desnutrición, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), ha destacado que:
- Una acción esencial para terminar con el hambre implica conocimientos no sólo de la cantidad de personas hambrientas que hay en el mundo, sino también de la intensidad de esa desnutrición.
- Conocer el número de kilocalorías que faltan en la dieta de la población desnutrida contribuye a formar una imagen completa de la privación de alimentos que hay en una nación. Cuando las personas con déficit calórico consumen 400 kilocalorías menos de los requerimientos calóricos diarios, la situación se vuelve más crítica que en la de aquellas personas donde la insuficiencia diaria promedio es de 100 kilocalorías. A mayor déficit, mayor susceptibilidad de riesgos de salud vinculados con la nutrición.
- En una dieta, a la mayor parte de los millones de personas que padecen hambre de forma crónica les faltan entre 100 y 400 kilocalorías diarias. Actualmente, la gente está muriendo de inanición.
- Es necesario aclarar que la presencia de hambre crónica no siempre es evidente, ya que el cuerpo compensa una dieta inadecuada bajando la actividad física y, en el caso de los niños, el crecimiento.
- Además de elevar la susceptibilidad a las enfermedades, el hambre crónico significa que los niños pueden ser apáticos o incapaces de concentrarse en la escuela, las madres pueden dar a luz niños bajos de peso y los adultos pueden tener baja energía para alcanzar todo su potencial.
En términos de números, hay más personas con hambre crónico en Asia y el Pacífico, pero la intensidad del hambre es claramente mayor en África Subsahariana. En este lugar, el 46 por ciento de sus países tienen personas desnutridas que sufren un déficit promedio de más de 300 kilocalorías por día. En cambio, solamente en el 16 por ciento de los países de Asia y el Pacífico, las personas desnutridas sufren déficit calóricos tan elevados.
Las estimaciones de la FAO estiman que en el período 1997-1999 existían 815 millones de personas desnutridas en el mundo: 777 millones en los países en desarrollo, 27 millones en los países en transición y 11 millones en los países industrializados.
En los últimos años de la década del 90 hubo una disminución en la tasa de reducción de los desnutridos. De todas formas, el descenso global del número de los desnutridos en las regiones en desarrollo oculta tendencias contrastantes en diferentes países: sólo 32 de los 99 países en desarrollo estudiados registraron una disminución del número de desnutridos entre 1990 – 1992 y 1998-2000.
En relación a los mecanismos para reducir la desnutrición, la FAO destaca las mejoras de la productividad y el fortalecimiento de las instituciones locales. Tales prioridades significan un paso adelante para mejorar las condiciones de los pobres del campo y de las ciudades.
Asimismo, la FAO indica que el crecimiento agrícola es un camino para disminuir la desnutrición, como lo es la utilización de la ayuda alimentaria en los casos de desastres naturales o provocados por el hombre.
Los países con buen desempeño en la reducción de la desnutrición pueden hacerlo por una o más vías. Puede ser que hayan dedicado más recursos a incrementar la producción agrícola, la mejor opción para el propósito de acelerar el crecimiento económico y, si participan y se benefician las pequeñas explotaciones agrícolas y los consumidores pobres, para crear una sociedad más equitativa.
En muchos casos, estos países pueden haber importado grandes cantidades de alimentos, comprados en los mercados internacionales o recibidos como ayuda alimentaria.
En pocas líneas, la agricultura y el desarrollo productivo es sumamente necesario para trabajar la inseguridad alimentaria y generar efectos positivos en la población. De todos modos, será tarea de cada región, productor y Estado alentar ciertos proyectos o políticas que contribuyan a cumplir estos objetivos.