La función del pastoreo intensivo en La Pampa

Mediante el pastoreo intensivo, la provincia de La Pampa ha logrado más forraje en un terreno degenerado. 

La implementación del pastoreo intensivo resulta una alternativa al uso de glifosato en el pastizal. En comparación, permite producir al año más cantidad de alimento para el ganado, con menores costos y de manera más sustentable en el largo plazo.

En ese sentido, los pastizales de la Pampa Deprimida, una subregión de la provincia de Buenos Aires, caracterizada por ser una llanura plana y poco apta para la agricultura; son fundamentales para la ganadería extensiva. 

Características de la Pampa Deprimida

La región pampeana de Argentina posee características climáticas y de suelos que la transforman en una de las áreas de mayor productividad agrícola. 

Es por eso que casi toda la superficie de la región está sembrada con cereales y oleaginosas. 

Sin embargo, en el centro-este de esta región, en la Provincia de Buenos Aires, se extiende una subregión poco apta para la agricultura, denominada Pampa Deprimida. 

La Pampa Deprimida ocupa una superficie aproximada de 90.000 km2 y se distingue por su relieve casi plano y una predominancia de suelos salinos y/o alcalinos con drenaje deficiente, lo que resulta en la ocurrencia de anegamientos frecuentes. 

Estos aspectos limitan severamente el uso agrícola, por lo cual casi el 80 % de la superficie de la Pampa Deprimida no se cultiva, preservando su vegetación natural o semi-natural. 

La vegetación de la Pampa Deprimida corresponde a los pastizales que se aprovechan para la cría del ganado vacuno y, en menor medida, ovino.

El clima  en el lugar  es templado y húmedo con un promedio anual de precipitación de 900 mm, con una mayor concentración en otoño y primavera. 

De todos modos, a raíz de las altas temperaturas de verano, en los suelos con menor capacidad de almacenar agua, las sequías estivales también son habituales. 

Con la escasa pendiente se pueden distinguir ambientes diversos determinados por la posición topográfica y el tipo de suelo, lo que da origen a distintas “comunidades vegetales”. 

El contexto productivo

Como suelen producir poco forraje en invierno, los productores lo alientan aplicando herbicidas a fines del verano para que estas especies no compitan después con las invernales. 

Sin embargo, en el largo plazo, esto disminuye la producción del pastizal. Una investigación  de la Facultad de Agronomía de la UBA comparó este manejo con el pastoreo intensivo a fines del verano y observó que la producción forrajera anual aumentó un 11%, además de conseguir beneficios para la ganadería y el ambiente.

La Pampa Deprimida tiene la mayor superficie de pastizales templados del país. Son esenciales como sostén de la ganadería en la región aún más cuando la producción de forraje disminuye notablemente en el invierno.

Para solucionar este impasse productivo, los agricultores apuestan al forraje invernal aplicando herbicidas a finales del verano. De esta forma evitan que crezcan especies capaces de competir con forrajeras clave de invierno, como el raigrás o la cebadilla criolla, cuando germinan y emergen. 

Algunos especialistas investigaron una forma alternativa de lograr el mismo objetivo sin usar agroquímicos: la promoción ‘a diente’. Esta práctica consiste en concentrar al ganado en los potreros a fines del verano para realizar un pastoreo intensivo de las especies estivales.

Al  evaluar los impactos de ambas promociones, se estudiaron 15 potreros de cuatro establecimientos de General Lavalle, provincia de Buenos Aires, entre 2013 y 2019. Al final de ese período, por medio de imágenes satelitales se comparó la cantidad de forraje producido. 

Los resultados de dicho trabajo demostraron el buen desempeño del pastoreo intensivo ya que la promoción ‘a diente’ produjo, en promedio, casi 6.500 kg de forraje por hectárea al año, un 11% más que la promoción con glifosato. 

Asimismo, se demostró que la promoción con glifosato en las lomas, ambientes muy favorables, produjo hasta 100 kg más de forraje por hectárea y por mes durante el invierno. Sin embargo, cuando se evaluó la producción anual, se pudo apreciar que ésta se redujo a un promedio de 5.800 kg, el mismo nivel que tienen los ambientes poco favorables como los bajos salinos.

Encontrar un equilibrio entre la economía y el cuidado del ambiente

Al referirse a la práctica del pastoreo intensivo, muchos especialistas consideran que como dicha acción no necesita de herbicidas, es más económica. 

Esto es esencial para el productor, sobre todo en el contexto actual. El precio del glifosato se duplicó en los últimos cinco años y achicar los costos puede resultar muy beneficioso. 

Además, el manejo del pastoreo intensivo también es más equilibrado en términos ecológicos porque evita los impactos negativos de los herbicidas en la biodiversidad del pastizal. 

Según los investigadores, esto demuestra que la producción ganadera puede ir de la mano con la conservación.

En líneas generales, es importante pensar y diagramar opciones sustentables de manejo. Por eso, quienes están en el tema, consideran que a futuro, esta línea de trabajo debería ahondar más en los efectos del glifosato en el banco de semillas y en el carbono y la biota del suelo. 

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