La agricultura regenerativa en América Latina

A nivel mundial, América Latina es el mayor proveedor de servicios ecosistémicos. De todos modos, es una región crítica para la conservación de la biodiversidad y para la regulación del agua y el clima. 

En relación al desarrollo de la agricultura regenerativa global, las regiones de América Latina comprenden solo el 15% de la superficie terrestre. En este sentido, la zona conserva casi la mitad de su cobertura forestal original y almacena grandes cantidades de carbono. 

Asimismo, es una zona que recibe el 30% de las precipitaciones mundiales y genera el 33% del agua dulce del planeta. Además, preserva el 40-50% de la biodiversidad mundial y buena parte de la agrobiodiversidad.

Por ser el mayor exportador de alimentos, América Latina es esencial para la estabilidad del suministro global de alimentos y sus precios. En ese sentido, la agricultura es fundamental para las economías locales debido a que utiliza el 38% de la superficie total, emplea al 14,1% de la mano de obra y genera el 4,7% del Producto Interior Bruto. 

Sin embargo, el sector agrícola también es el causante de algunos de los inconvenientes más apremiantes de América Latina: 

  • Consume dos tercios del agua dulce de la región alentando al agotamiento de las fuentes de aguas subterráneas y los acuíferos. 
  • Agiliza la degradación del suelo, que ya afecta a casi la mitad de la superficie total.
  • Impulsa la deforestación a un ritmo tres veces superior al mundial, generando la pérdida de hábitats y biodiversidad. 
  • Provoca casi la mitad de las emisiones de GEI de la región. 

Por otra parte, los sistemas agroalimentarios también contribuyen a las alarmantes tendencias en la salud y nutrición de las personas, esto se traduce en crecientes tasas de malnutrición. En esa línea, transformar los sistemas agroalimentarios de América Latina resulta fundamental para proteger el capital natural que sustenta la producción. 

De todas formas, no todos los sistemas agropecuarios de la región son iguales. Por un lado, la agricultura industrial a gran escala, a menudo destinada a la exportación e impulsada por el objetivo único de maximizar la productividad, ha provocado graves daños al capital natural poniendo en peligro el potencial productivo de largo plazo en la región. 

Por otro lado, la agricultura a pequeña escala, empleada por dos tercios de la población rural en un tercio de la superficie total cultivada, sigue basándose principalmente en prácticas de bajos insumos. Este tipo de agricultura es esencial para la seguridad alimentaria local porque provee de alimentos para consumo doméstico. 

Ante este escenario, los pequeños productores son cada vez más vulnerables a las crisis climáticas, sanitarias y financieras. Esto conlleva al uso de prácticas agrícolas insostenibles que priorizan la productividad de corto plazo pero que, con el tiempo, degradan la tierra y el agua, minimizan la resiliencia y agravan los problemas vinculados con la salud, la emigración y la falta de oportunidades en las áreas rurales. 

Las barreras que existen para desarrollar la agricultura regenerativa

En el escenario actual, hay determinadas barreras interrelacionadas que obstaculizan los esfuerzos para escalar el uso de la agricultura regenerativa en América Latina: 

  • Políticas públicas ineficaces, mal diseñadas y excluyentes que no abordan los problemas de fondo. 
  • Incentivos económicos inadecuados para la adopción de prácticas sostenibles, como incentivos de mercado y otros instrumentos financieros. 
  • Modelos de negocio impulsados solo por los beneficios económicos de corto plazo y beneficiados por la falta de conciencia de los consumidores sobre los efectos de sus elecciones. 
  • Falta de inversión en investigación y enfoques inadecuados para la difusión del conocimiento sobre la agricultura regenerativa mediante la educación, la extensión rural y otros servicios. 
  • Falta de articulación entre los diversos actores involucrados en los sistemas agroalimentarios.

A partir de este análisis, se identificaron puntos de entrada que deben ser tratados de forma conjunta para permitir el escalamiento de la agricultura regenerativa en América Latina: 

  • Políticas y finanzas públicas.
  • Diseñar políticas y opciones de financiamiento que generen condiciones propicias para reorientar las economías agrícolas. 
  • Incluir la transformación de los subsidios inadecuados y el aprovechamiento de flujos financieros públicos nuevos y preexistentes. 
  • Impulsar la financiación privada aumentando la visibilidad de la agricultura regenerativa, reduciendo en nivel riesgo como alternativa de inversión y permitiendo el diseño de instrumentos financieros innovadores. 
  • Facilitar la difusión entre productores, empresas y gobiernos, y empoderar a los grupos marginados para que obtengan los beneficios de medios de vida más diversificados. Desarrollar e intercambiar conocimientos y luego difundirlos entre las diversas partes para construir vías de transformación sistémica, reforzar sus capacidades y generar conciencia a múltiples niveles. 

En resumen, diseñar nuevas políticas y líneas de acción, resulta fundamental para lograr un buen desarrollo de la agricultura regenerativa en América Latina. 

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