Persona sostiene una bandeja de almácigos de hortalizas listas para trasplante en un vivero artesanal.

¿Qué sistemas son los que mueven a las producciones agrícolas sostenibles?

La producción de los cultivos puede estar empujada por diferentes sistemas productivos, pero hay dos grandes distinciones que separan las prácticas agrícolas realizadas. 

Los especialistas aseguran que al hablar de sistemas de producción agrícola en un extremo se encuentra el intervencionista, donde la mayoría de los aspectos productivos son controlados a través de equipos tecnológicos. Y, del otro lado, está el enfoque ecosistémico que son mecanismos productivos sostenibles. 

Las características de estos últimos están atravesadas por conductas que alteren lo más mínimo posible la actividad del ecosistema. Así como también la nutrición de las plantas es mediante insumos naturales. Agro Sustentable está liderando esta perspectiva en Argentina y en otras regiones del mundo, acercando a los productores alternativas basadas en el uso de bioinsumos y tecnologías. 

La compañía nacional trabaja con determinados insumos como BIOFERT o BIOINSECT que contribuyen al crecimiento de los cultivos. Así como también el uso de drones con fines agrícolas que permitan brindar una mejor distribución de estos productos en el campo. 

Estos sistemas agroecológicos suelen caracterizarse por su alteración mínima del ecosistema, por la nutrición de las plantas a partir de fuentes orgánicas e inorgánicas y por el empleo de la biodiversidad natural y gestionada para producir alimentos, materias primas y otros servicios ecosistémicos. La producción agrícola basada en un enfoque ecosistémico conserva la salud de la tierra con fines agrícolas y permite que se regeneren aquellos espacios en mal estado producto de algunas conductas inadecuadas del pasado.

Los aspectos del sistema ecosistémico

Beneficios ambientales, sociales y económicos son los que se pueden conseguir al optar por este tipo de sistema alineado con el cuidado ambiental. No solamente son efectos positivos productivos sino que también llegan a mejorar la calidad de vida de las personas que viven en esa región y la calidad de los alimentos que se encuentran en los mercados. 

Estos sistemas se construyen en base a tres principios técnicos como conseguir una mayor productividad agrícola y un mejoramiento de los elementos y servicios naturales. Mayor uso de insumos naturales y el uso de la biodiversidad de forma controlada para fomentar que las plantas puedan soportar situaciones de estrés o fenómenos adversos. 

Para conseguir tales fines, los productores deben disminuir al máximo los trabajos pesados y mecánicos sobre el suelo para poder conservar sus nutrientes y sus buenas condiciones. También apostar a la rotación de cultivos para conservar su calidad nutricional y promover el uso de elementos naturales que permitan controlar la presencia de plagas y enfermedades. 

Estas prácticas se suelen asociar con la denominada “agricultura de conservación” que permite cuidar y administrar de buena manera los recursos naturales. Pero para conseguir una mayor producción sin dejar efectos negativos en el medio ambiente, es necesario poner en práctica estas acciones con otras como: el uso de variedades que se adapten a la región y que tenga un buen rendimiento. Conseguir una nutrición basada en la rotación de los cultivos y el uso consciente de fertilizantes o  insecticidas.  

Para el manejo de plagas o pestes es necesario optar por las acciones adecuadas que no impliquen un riesgo para los cultivos. La gestión del agua a través de la obtención de más cultivos a base de menos agua, que permitirá conservar la salud de los terrenos y reducir las consecuencias. 

La integración y combinación de todas estas prácticas de manera oportuna y eficiente, hará que se consigan los resultados esperados. De todos modos, es necesario tener en cuenta que estos sistemas tienen un funcionamiento dinámico por lo que los productores deben tener a disposición varias alternativas para combinarlas según la situación. 

Aplicadas en conjunto o de forma aislada, estas prácticas llevan a obtener servicios productivos relevantes que trabajan en pos de conseguir cultivos de calidad.Por ejemplo, si en una región está proyectada una cantidad determinada de precipitaciones, la humedad del suelo disponible para las plantas va a estar sujeta a la forma de gestionar la salud de los terrenos donde están sembradas, sumado a su capacidad nutricional y el grado de fertilidad que presente. 

La buena gestión del agua influye directamente en la obtención de un suelo sano. Cuando la retención de agua y la cubierta del suelo son buenas se evita la evaporación y se previene la presencia de enfermedades u hongos, al mismo tiempo de mejorar el uso del recurso. 

Para la producción sostenible, uno de los principales requisitos es tener un suelo sano, que ofrezca un espacio para que crezcan las raíces de la planta y obtenga los nutrientes que necesita para crecer. Las raíces son las que pueden captar los nutrientes y el agua y entrar en contacto con aquellos organismos que son beneficiosos para la salud del terreno y para el rendimiento de esos cultivos.

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