De acuerdo con las políticas agrarias de la Unión Europea, hay factores esenciales que influyen en la sostenibilidad de los cultivos.
El uso de insumos, de agua y otros elementos, son cruciales para obtener una producción agrícola sustentable.
Insumos: en relación al uso de insumos, es decir todos aquellos productos usados en la producción agrícola, éstos tienen su propia huella ambiental y su impacto económico. Son, por ejemplo, los fertilizantes y los plaguicidas, así como la energía necesaria.
Suelo: la calidad del suelo también es importante. Por eso es necesario trabajar en evitar la degradación del mismo, reduciendo las emisiones de gases de C02 y trabajando por aplicar prácticas sostenibles sobre el espacio. Es necesario resguardar la biodiversidad del suelo y reducir el impacto de la erosión, tanto por factores naturales como humanos.
Cambio climático: la contaminación atmosférica y el cambio climático son aspectos a tener en cuenta. En ese sentido, la agricultura es una fuente importante de emisiones de gases de efecto invernadero. A nivel europeo, supone alrededor de un 10 %, pero el porcentaje es más elevado a nivel global. Además, es una fuente de contaminantes atmosféricos con impacto directo en la salud humana y animal, como el amoniaco.
Agua: la gestión hídrica también es otro punto importante. A nivel global, la agricultura es la actividad que más genera estrés hídrico. Asimismo, puede ser un centro de contaminación teniendo en cuenta el uso de fertilizantes y productos químicos.
El impacto en la biodiversidad
Los terrenos pueden tener diferentes usos. Ahora bien, su variabilidad funcional provoca serios efectos en la biodiversidad animal y vegetal. En particular, la agricultura se ha vinculado con una disminución en los números y la variedad de especies de insectos y pájaros.
Una cosa que hay que tener en claro es que la agricultura sostenible no necesariamente tiene que ser ecológica, pero sí debe ser eficiente, permitiendo atender la demanda de alimentos y, al mismo tiempo, bajar el impacto ambiental y los costos asociados al consumo de recursos.
El papel de la ciencia en el agro
La revolución verde supone el ingreso de las tecnologías industriales en la agricultura.
De esta forma, la incorporación de equipos de última generación han logrado una mayor producción en detrimento de los recursos naturales. En ese sentido es que la sostenibilidad social y la medioambiental se vieron perjudicadas. Sin embargo, en este último tiempo la ciencia ha demostrado que se puede trabajar y lograr una agricultura sostenible.
Vayamos al ejemplo de los cultivos. Las plantas tienen una enorme presencia microbiana. Muchos de estos organismos se necesitan para mantener la salud de un ser vivo. Entonces si se logra conocer todos los componentes beneficiosos que conviven en la planta, se puede investigar por qué ciertas enfermedades aparecen.
Si bien la presencia de organismos en las plantas no es una cuestión novedosa, su estudio se ha retrasado debido a falencias metodologicas. De todos modos, actualmente hay herramientas poderosas que permiten analizar gran cantidad de datos contenidos en las microbiotas.
En esta línea, existen muchos elementos esenciales para lograr la sostenibilidad de la agricultura. El cuidado de los terrenos, el buen uso del agua y los sistemas de riego, son alternativas que se amoldan a las preocupaciones latentes en la producción agrícola como lo es el cambio climático.
¿Qué es la agricultura de conservación?
La agricultura de conservación es un modelo innovador para la producción actual. Mediante sus mecanismos, esta práctica trabaja para alterar lo menos posible la composición del suelo y la biodiversidad. Para esto trata de no modificar la estructura de los ecosistemas naturales, cuidando el suelo con rastrojos de cosechas anteriores y aplicando el mínimo laboreo sobre el terreno.
El hambre es una problemática que ha vuelto a estar en el centro de atención. Hoy en día, la población mundial convive con una inseguridad alimentaria que lejos está de disminuir. Ante este contexto, aparece la agricultura sostenible y dentro de ellas técnicas como la de conservación, permiten conseguir los dos grandes objetivos de la humanidad para la primera mitad del siglo XXI: que cero personas pasen hambre y que desaparezcan las emisiones de gases de efecto invernadero