Manos colocando alimentos en una caja de cartón rotulada con la palabra “donation”, que contiene productos no perecederos como galletitas, aceite, frutas y frascos de conserva.

Cómo fortalecer los sistemas alimentarios urbanos 

Las comunidades urbanas y periurbanas se enfrentan a la problemática de la inseguridad alimentaria. ¿Cuáles son los principales factores que llevan a esta situación?

La inseguridad alimentaria es un problema que alcanza a poblaciones urbanas. Un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha dado cuenta que más de 1000 millones de personas de todo el mundo atraviesan por esta situación. 

La urbanización está en permanente transformación y la estabilidad de los sistemas alimentarios es un tema cada vez más preocupante. 

Según los últimos informes realizados y publicados por la ONU, derriba algunos mitos sobre la vulnerabilidad de las zonas rurales y refleja que muestra que la mayoría de las zonas con inseguridad alimentaria se sitúa en zonas urbanas.   

Es así que los estudios demuestran que hay más de 1000 millones de personas que conviven con la inseguridad alimentaria en los lugares donde viven. Ante este escenario, especialistas y referentes resaltan la necesidad de actuar y diseñar políticas que permitan abordar los aspectos más críticos de la situación y pensar en proyectos que puedan servir como guía para iniciar un camino de cambios y mejoras.

Esta investigación realizada por la ONU, deja entrever que la inseguridad alimentaria es mayor entre las mujeres que entre los hombres ya que se exponen de forma diferente ante las crisis económicas y hay diferencias en los niveles educativos y en las oportunidades de ingresos y de empleos lo cual acentúa más las desigualdades entre los sectores. 

Otro punto que dejo este informe es que más del 75% que padece la inseguridad alimentaria vive en zonas urbanas. Además, en estos sectores hay una fuerte dependencia con el mercado para poder obtener sus alimentos y productos ya que no son producidos por ellos mismos sino que los tienen que conseguir y comprar. 

Generalmente, la inseguridad alimentaria siempre estuvo relacionada a las zonas rurales, pero lo cierto es que en estas zonas hay menos cantidad de población. 

De acuerdo a los estudios realizados, la inseguridad alimentaria y la desnutrición están condicionadas por la gestión y el funcionamiento de los sistemas alimentarios del lugar donde también incide el manejo y el consumo del agua, la energía y otros aspectos como el transporte y el servicio de saneamiento.

Así como las zonas urbanas son foco de la inseguridad alimentaria también son puntos potenciales de innovaciones y nuevas alternativas económicas. Las dietas urbanas tienen en cuenta alimentos de origen animal, frutas y verduras, azúcar, sal y alimentos ultraprocesados. 

Estas características pueden ofrecer algunos beneficios para las comunidades como un mayor consumo de frutas y verduras, pero también genera una ingesta mayor de azúcar, aceites y otros productos que no son tan saludables y que, en muchas ocasiones, arrastran patologías como la obesidad infantil o el sobrepeso. 

Todas las personas del mundo tienen derecho a una alimentación. De todos modos, los índices de inseguridad alimentaria demuestran que hay muchas personas que no gozan de este derecho y padecen hambre y pobreza. 

Las disparidades sociales se agravaron durante la pandemia de COVID-19 ya que la pérdida de ingresos, el menor acceso a los programas de alimentación escolar y un incremento en las cuestiones del cuidado, hicieron que la situación de los mecanismos alimentarios se agrave aún más. 

Problemáticas como la obesidad han aumentado durante los últimos años y esta situación va más allá de los niveles sociales y económicos, teniendo en cuenta que afecta a comunidad con ingresos altos y bajos. También se ha descubierto que las mujeres tienen niveles de obesidad mucho más altos que los hombres.Estos resultados se deben a fallas y falta de propuestas para mejorar el funcionamiento de cada sistema alimentario. 

Dentro de las barreras o limitaciones que impiden un pleno desarrollo de estos mecanismos alimentarios, se encuentra la falta de intervenciones que se ajusten a las necesidades de cada comunidad ya que cada población es distinta y sus condiciones sociales, económicas y ambientales pueden diferir una de otra. 

También es necesario interactuar con otros sistemas alimentarios, conociendo su funcionamiento y observando cómo funcionan estos mecanismos en relación a la gestión del agua y la energía. 

Actualmente, se debaten determinadas estrategias para transformar los sistemas alimentarios urbanos y lograr que sean más equitativos, accesibles y amigables con el medio ambiente y los recursos naturales. 

De cara a los trabajos futuros, se necesitan marcos regulatorios y políticos que permitan enfrentar los desafíos vinculados a la seguridad alimentaria y la nutrición de las comunidades urbanas para ofrecer mecanismos que sean más equitativos y accesibles. 

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