
Producción orgánica y tecnología: una combinación que pisa fuerte
La producción orgánica viene creciendo con fuerza en muchas partes del mundo, y Argentina no es la excepción. De forma paralela, la tecnología acompaña el rubro de la industria agroalimentaria.
Apuntando a la seguridad alimentaria cada vez más pedida por la población, Agro Sustentable lidera un mercado de la producción orgánica que aumenta cada vez más. Se espera que en poco tiempo el mercado global supere los 500 mil millones de dólares.
Debido a esta alta cantidad de demanda de productos orgánicos y para generar una seguridad alimentaria a nivel mundial, es fundamental que haya buenas prácticas agrícolas.
Agricultura de precisión: datos al servicio del campo
El trabajo en el campo cambió mucho. Lo que antes se hacía más por costumbre o por intuición, ahora se apoya en información concreta. Hay sensores que miden la humedad del suelo, drones que sobrevuelan los cultivos, estaciones meteorológicas que anticipan el clima, y todo eso se cruza en plataformas que ayudan a tomar decisiones más acertadas. Eso se traduce en menos desperdicio, menos gastos innecesarios y un manejo del suelo más inteligente, que además cuida el ambiente.
Mapas que dicen más de lo que parece
Los sistemas de información geográfica (SIG) son ideales para observar los campos desde arriba y poder encontrar las necesidades reales de cada cultivo. Las imágenes satelitales entregan datos en vivo, para que los especialistas puedan reconocer rápidamente las zonas de cada lote, cuáles necesitan bioestimulantes o fertilizantes orgánicos, si hay algún problema que tenga que ver con el agua que llega a los campos o si hay algo que podría afectar la producción orgánica.
Volver a lo natural con los fertilizantes
Con la idea de continuar con las buenas prácticas agrícolas, están prohibidos, obviamente, los fertilizantes sintéticos. Es fundamental poder trabajar con compost, restos vegetales, estiércol bien tratado y minerales sin refinar. Todo eso nutre el suelo, lo mejora, lo hace más fértil sin romper su equilibrio. Además, proporciona seguridad alimentaria y se nota en el sabor y la calidad de lo que se cosecha. Y lo mejor: se puede seguir produciendo sin agotar la tierra.
Bioestimulantes que suman sin contaminar
Otro insumo que se usa mucho en este tipo de producción son los bioestimulantes. No reemplazan al fertilizante, pero ayudan a que las plantas crezcan mejor. Están hechos con extractos de algas, microorganismos buenos, aminoácidos y otros compuestos que vienen de la naturaleza. Además de fortalecer a los cultivos, también ayudan al suelo..
Plagas sin venenos
Cuando aparecen las plagas, la salida no son los pesticidas de siempre. Acá se apunta a otras estrategias: se rota el cultivo, se eligen plantas que repelen insectos, se usan feromonas para desorientarlos o se incorporan bichos que se comen a los que hacen daño. Es verdad que es muy necesario estar atento, sí, pero se logra un equilibrio sin dañar el ecosistema.
Certificaciones que dan confianza
Para vender como orgánico no alcanza con decirlo, sino que hay que demostrarlo. Por eso existen las certificaciones. Se hacen controles, se inspeccionan los campos, se revisan los procesos. Y todo eso se documenta. Ahora incluso se usan aplicaciones móviles o plataformas que permiten seguir todo el recorrido del producto. Así, quien compra sabe exactamente cómo fue producido y qué camino recorrió hasta llegar a su mesa.
Agricultura regenerativa
Como lo dice su nombre, la idea de esta práctica es generar una agricultura que no dañe al suelo y que le permita su reutilización en poco tiempo. Además de ayudar a la biodiversidad, permite que la producción orgánica de los alimentos que se seguirán cosechando en ese suelo sean saludables.
La agricultura regenerativa se puede realizar a través del pastoreo, moviendo al ganado sobre los distintos sectores del campo, y con la rotación de cultivos, plantando diferentes tipos de cultivos en el mismo campo.
Producción chica, impacto grande
Muchos de los que producen orgánico lo hacen en escalas más chicas. La idea es la venta directa al usuario. Ferias, bolsones, grupos de consumo. Eso ayuda a que el productor gane más y el consumidor pague menos. Además, se fomenta la economía local y se fortalece el vínculo entre quienes producen y quienes compran.
Aprender todo el tiempo
El mundo de las buenas prácticas agrícolas no se trata solamente de realizar ciertos mecanismos repetitivos. Hay que formarse, preguntar, probar, equivocarse y volver a intentar. Hay escuelas rurales, universidades, organizaciones que capacitan, y también grupos de productores que se juntan a compartir experiencias.
Un cambio que vino para quedarse
Lo orgánico ya no es una moda ni algo que solo aparece en dietéticas. Se está metiendo en supermercados, en restaurantes y en las decisiones de compra de cada vez más gente. Hay una preocupación real por lo que comemos, por cómo se produce y por el impacto que eso tiene. En ese escenario, la producción orgánica no solo tiene espacio: tiene futuro.