En muchas regiones, hay programas de incentivo para que más jóvenes se queden en los establecimientos rurales y se dediquen a esta actividad.
En relación a la inversión y los programas de incentivo para la producción agrícola en los jóvenes, el Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP) destinará alrededor de 3 mil millones de pesos para abordar la permanencia de esta franja etaria en el campo y acompañar la actividad productiva.
Esta propuesta tuvo su prueba piloto en el año 2024 donde se implementó la iniciativa en las regiones de Coquimbo y Los Ríos, destinando un presupuesto valuado en alrededor de 600 millones en el programa denominado “Mi Primer Negocio Rural”. Luego, la propuesta se expandió a más de 10 países de todo el mundo.
En lo que va del 2025, la inversión pensada para este tipo de propuesta es de 3 mil millones, superando ampliamente la inversión anterior. Esta decisión beneficiará a más de 500 jóvenes que se quieren quedar y dedicarse a la actividad productiva y agrícola.
En esa dirección, los referentes de la iniciativa remarcaron que la idea es que los jóvenes sean los nuevos protagonistas del crecimiento y desarrollo rural. El objetivo es que el campo se convierta en un espacio de nuevas oportunidades para esta generación y para sus familias.
Chile está avanzando en este camino y el Gobierno está cumpliendo los compromisos acordados. Es decir, se está buscando el bienestar integral de los habitantes con resultados y medidas concretas, como por ejemplo, la del programa mencionado anteriormente.
El crecimiento y la expansión que ha tenido “Mi Primer Negocio Rural” da cuenta de las líneas de acción que se están llevando a cabo en el territorio chileno y que pueden servir de ejemplo o referencia para otras regiones productivas. Es necesario convertir el campo en un lugar que contenga otras alternativas para los jóvenes, para que elijan quedarse y progresar.
Según algunos datos oficiales, el porcentaje de población joven que va entre 15 y 29 años viene disminuyendo en el territorio de Chile. Esta reducción se ve aún más reflejada y acentuada en las zonas rurales del país. En esta línea, mientras en las ciudades los jóvenes representan un 25% de la población, en las áreas rurales esta cifra cae al 18%, dando cuenta de la inminente necesidad de aplicar iniciativas que fomenten la permanencia de los jóvenes en el campo.
Además, el envejecimiento de la población rural supone el desafío de buscar estrategias para que la actividad del sector agrícola continúe.
Actualmente, la edad avanzada de aquellos que trabajan en el campo está generando una fuerte caída en la Agricultura Familiar Campesina e Indígena (AFCI), ya que no está observando un cambio y una permanencia generacional. Si esta tendencia se mantiene en el tiempo puede poner en peligro la producción agrícola de muchos países, ya que la situación tiende a ser similar en muchas zonas rurales del mundo.
Por eso, el ejemplo Chile con el lanzamiento de este programa se realizó dando cuenta de acciones concretas que buscan mejorar y revertir la situación y brindar soluciones atractivas y efectivas. Mediante ayuda técnica y financiera, los jóvenes van a contar con los elementos necesarios para encarar su propio proyecto productivo.
Una de las principales dificultades con las que se encuentra el joven al momento de decidir emprender en el campo es que no tiene los fondos económicos para hacerlo. Tampoco cuenta con la tecnología o las herramientas necesarias.
Siempre empezar es difícil, más aún si no se tienen los recursos naturales básicos como la tierra y el agua. Por eso, el programa b¿viene a ser una alternativa prometedora que brinda estos aspectos esenciales para que el joven no tenga excusas y pueda comenzar con su emprendimiento rural.
Para las autoridades locales, es importante contar con estas oportunidades donde los jóvenes puedan permanecer en las zonas agrícolas y donde también se puedan mantener los niveles productivos de la zona.
El programa “Mi Primer Negocio Rural” llegará a otros países y muchos jóvenes interesados podrán contar con esta ayuda.
Así como Chile hay otros países interesados en la temática y es por eso que este tipo de proyectos tienen una especie de efecto contagio. Así como esta iniciativa, existen otros incentivos que hacen parte a los jóvenes en las producciones rurales, teniendo en cuenta que es una generación que puede contribuir con el uso de nuevas herramientas tecnológicas, ya que tienen un conocimiento más fresco y pueden darle una mejor utilidad en el campo.
Invertir en conocimiento y en herramientas es clave. La permanencia de los jóvenes en el agro y en el campo es una necesidad y ante eso no queda otra opción que destinar fondos a actividades que incentiven y permitan cumplir con estos objetivos.
El ejemplo del empresario argentino Joaquín Basanta
Joaquín Basanta es líder de una empresa nacional dedicada a la producción de fertilizantes naturales y al desarrollo de prácticas agrícolas mediante el uso de drones.
Desde muy joven, Basanta se dedicó a investigar y analizar las cuestiones que preocupan al sector agro y a pensar estrategias o mecanismos que pueden colaborar con los procesos productivos.
En esa dirección es que sus productos y servicios cuentan con un buen posicionamiento a nivel nacional e internacional, recibiendo reconocimientos que destacan su labor.