De acuerdo a la normativa europea, actualmente los bioestimulantes todavía no están reconocidos. De todos modos, a partir de 2022 la nueva legislación de fertilizantes los integró, ya que es evidente que su uso es cada vez mayor y es por eso que es necesario homogeneizar el marco regulatorio de estos compuestos.
En relación al uso y la aplicación de bioestimulantes, el próximo Reglamento Armonizado de la Unión Europea de Fertilizantes pretende convertirse en la única norma que reúna a todos los fertilizantes y bioestimulantes. En ese línea, en 2022 se sustituyó el nuevo Reglamento Europeo de Fertilizantes 1009/2019.
Con la nueva normativa europea se pretende una armonización voluntaria, sumar nuevas categorías funcionales de productos, nuevas categorías de materiales y componentes, establecer un sistema de evaluación de conformidad, con distintos módulos según el riesgo para la salud humana, realizar un análisis por estándares o normas técnicas y fijar normas de etiquetado que describan el contenido, tolerancias, menciones, entre otros aspectos.
En esta línea, las categorías fertilizantes son: abono o fertilizante, enmienda caliza, enmienda del suelo, sustrato de cultivo, inhibidor, bioestimulante de plantas y mezcla de productos fertilizantes.
Esta clasificación se hizo entendiendo como bioestimulante de plantas, un producto fertilizante cuya función consiste en estimular los procesos de nutrición de las plantas con independencia del contenido de nutrientes del producto.
¿Cómo elegir el mejor bioestimulante?
En el sector agrícola hay muchas sustancias que forman parte de la composición de un producto bioestimulante, tales como ácidos húmicos y fúlvicos, aminoácidos, extractos de algas y microalgas, microorganismos como hongos o bacterias, las cuales provocan distintos efectos en las plantas.
De todas maneras, el nivel de efectividad depende de muchos factores, como:
- El tipo de cultivo.
- El estado del suelo.
- Las buenas prácticas en el campo.
En cuanto a su aplicación, el productor debe tener en cuenta el momento, la dosis y la especificidad de cada cultivo. No todos estos productos son iguales y es necesario entender qué y cuándo deben aplicarse.
La manera de aplicar un bioestimulante también contribuye a lograr mayor efectividad. Las aplicaciones se pueden realizar al propio cultivo en la parte aérea o en la zona de las raíces.
Por ejemplo, si se quiere inducir la resistencia de la planta para afrontar las situaciones de estrés, se puede recurrir a un tipo de bioestimulantes como bacterias. Si se pretende favorecer el desarrollo radicular y crecimiento del cultivo, mejorar las características organolépticas del fruto, o reducir el uso de fertilizantes químicos, se pueden aplicar hongos micorrícicos o extractos de macro y microalgas.
Los desafíos de la producción agrícola
La producción agrícola debe trabajar para desarrollar sistemas de producción más sostenibles. Ante este escenario, el uso y la aplicación de bioestimulantes de origen biológico, orgánico o sintético, contribuyen a hacer un mejor uso de los recursos y a reducir el uso de productos de síntesis química.
Los bioestimulantes mejoran los rendimientos y calidad de los cultivos. Además genera que la planta tenga un buen estado para poder tolerar determinados estreses, tanto abióticos como bióticos.
Es necesario tener en cuenta que un bioestimulante no se utiliza para reemplazar a los fertilizantes, sino que se pueden emplear conjuntamente para lograr un mayor y mejor crecimiento de las plantas. Ambos productos proporcionan protección adicional contra estreses, usan los nutrientes de los fertilizantes de forma más eficiente y mejoran la absorción de los mismos.
De todas formas, con el uso de los bioestimulantes se minimiza el uso de productos químicos ya que, al reforzar las defensas de la planta, ésta está más sana y fuerte para afrontar plagas y enfermedades.
Actualmente, especialistas continúan investigando para obtener un mayor conocimiento de las aplicaciones y principios activos biológicos que contienen los bioestimulantes, invirtiendo para analizar sus efectos por separado y sus sinergias en su aplicación conjunta.
En resumen, el uso de bioestimulantes trae numerosas ventajas sobre el estado del suelo y del cultivo. De todos modos, es necesario que los productores agrícolas se capaciten para poder aplicarlos de la forma correcta y en el momento adecuado. De esta manera, podrán tener plantas más sanas y fuertes que puedan enfrentar efectos generados por el cambio climático u otros estreses.