Los pronósticos meteorológicos para la próxima temporada están divididos y hay incertidumbre en la agricultura. Posibilidades del fenómeno de la niña e incertezas para todo el sector.
La agricultura cada año sigue de cerca las previsiones de los meteorólogos para cada temporada. Durante el 2024 los períodos de fuertes tormentas y paso de la llamada “Corriente del Niño” dejaron su huella por la enorme caída de agua en la región.
Con el correr de los meses hubo distintas versiones sobre lo que sucedería en el siguiente ciclo. La particularidad fue que, en esta instancia, se generaron dos versiones casi contrapuestas en relación al clima para el verano del 2025.
En principio, los modelos de previsión para diciembre ya eran controversiales. Luego de un mes de noviembre con un nivel de lluvias muy por encima de la media respecto a años anteriores, el cierre generaba más preguntas que certezas.
Por fin, la culminación del año fue totalmente imprevista con escasas precipitaciones y menos intensidad de temperaturas de las que se pronosticaron. Así las cosas, quedaba por delante la tan esperada información para la agricultura: modelos meteorológicos para el siguiente trimestre.
Lo concreto es que a la fecha las aguas siguen divididas con opiniones encontradas y distintas interpretaciones de lo que puede ocurrir, sobre todo, en base a la temperatura de los océanos.
En estas circunstancias cabe preguntarse ¿Qué puede esperar la agricultura para el 2025 en materia de climatología? ¿Cuán posible es la llegada de la “Corriente de la Niña”? ¿En qué se basan los especialistas que dan por cierta esta hipótesis?
La agricultura mira la temperatura de los océanos
Para todo el sector de la agricultura es fundamental saber qué sucederá con la temperatura de los océanos. La razón por la cual referentes de la industria consultan de modo permanente las previsiones meteorológicas es que de eso dependen la próxima temporada de cultivos.
La cuestión es que de la calidez del Océano Pacífico depende el volumen de precipitaciones. En caso que, por el contrario, ingrese un frente frío que baje la calidez de las aguas, las lluvias bajarían su frecuencia y se produciría lo que se llama “Corriente de la Niña”.
Por el momento, la llegada de este fenómeno no está confirmada. De hecho, hay versiones contrapuestas respecto a su posibilidad. Por un lado, una gran cantidad de voces autorizadas como, por ejemplo, la Organización Meteorológica Mundial, aseguran que cuentan con modelos de climas que la confirman.
Mientras tanto, otros especialistas remarcan que el arribo de la “Corriente de la Niña” es improbable. Esto es así ya que consideran que, hasta ahora, no hay argumentos sólidos para confirmar que la tendencia se convertirá en realidad.
De todos modos, una gran cantidad de los expertos que afirman mayores posibilidades de fenómeno de la niña en puerta sugieren consecuencias leves para la agricultura. Esta aseveración se referiría a que los períodos de escasez de precipitaciones serían cortos. A diferencia de otras oportunidades no hay probabilística de extensos ciclos de sequía.
A propósito, esta no sería la primera vez que la agricultura argentina enfrenta las vicisitudes de la “Corriente de la niña”. Más aún, fueron varias las secuencias de este tipo que productores locales debieron afrontar.
El fenómeno de la niña que tanto preocupa a la agricultura
La “Corriente de la Niña” es un evento meteorológico que afecta a la vida en general y a la agricultura en particular desde hace miles de años. En el caso de Argentina, este fenómeno ya pasó 8 veces según los registros del Servicio Meteorológico Nacional.
La consecuencia de este descenso en la temperatura de las aguas del Océano Pacífico tiene como consecuencia una disminución considerable en la frecuencia de las lluvias. La falta de precipitaciones, por supuesto, genera largos períodos de sequía con todo lo que eso implica.
El caso opuesto es la “Corriente del Niño” que trae consigo una excesiva cantidad de lluvias, tormentas y temporales extremos. En estos períodos el riesgo son las inundaciones y desastres naturales por anegamientos.
En cualquiera de los casos, la agricultura sufre los efectos de situaciones disruptivas de tipo climáticas que afectan los cultivos. En tiempos de cambio climático, estas alteraciones son aún más difíciles. Por todas estas razones es urgente que se trabaje de forma integral en relación a la crisis climática.