Abonos orgánicos y abonos convencionales: el camino hacia buenas prácticas agrícolas

Resulta difícil encontrar aspectos negativos en la incorporación de abonos orgánicos. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), existen diferentes ventajas como la protección de suelos y la biodiversidad. Asimismo, la aplicación de este tipo de productos alienta a una producción sostenible, ya sea en grandes o en pequeñas superficies. En ese sentido, su uso se destaca como una alternativa a la implementación de fertilizantes sintéticos. 

¿Qué son los abonos orgánicos?

Los abonos orgánicos son fertilizantes que contribuyen al terreno de una forma sostenible. Principalmente en la agricultura ecológica, este tipo de productos ayuda a lograr una sostenibilidad sin provocar daños en el ambiente y en los cultivos.

¿Cómo se producen los abonos orgánicos?

Mediante un proceso de descomposición, las materias primas de origen vegetal y animal liberan múltiples nutrientes, especialmente nitrógeno, potasio y fósforo. De esta manera, tales nutrientes colaboran con la composición del suelo, contribuyen con la actividad microbiana y aportan al crecimiento. Dichos factores, mejoran la calidad sanitaria de la producción. 

¿Qué abonos orgánicos existen?

Algunos de los fertilizantes orgánicos que se destacan son: 

Compost

Es uno de los abonos más utilizados en un contexto doméstico. Se realiza a partir de la separación y recolección de residuos como vegetales caseros o industriales, para ser utilizados en grandes producciones agrícolas. Este tipo de abono incluye la descomposición natural de productos vegetales que son transformados en humus. Se pueden descomponer hojas, restos de podas, restos de verduras, cáscaras de frutas, frutos secos y hortalizas. También se pueden agregar cáscaras de huevo o conchas que aportan calcio. Durante el proceso de descomposición, se puede incorporar tierra para completar el procedimiento. Este tipo de técnica beneficia la condición de cualquier sustrato. 

Turba

La turba nace de la mezcla de agua, materia orgánica y ceniza. Este proceso tarda años, e incluso siglos, en formar turberas. Las turberas son espacios que acumulan fósiles de restos vegetales. Estas turberas se diferencian entre sí por el color que adquieren, debido a la presencia de carbono. Es así que cuanto más oscuras son, más alto es el nivel de carbono que presentan. 

Estiércol

El estiércol surge de restos de excrementos que al ser fermentados despiden una buena cantidad de nitrógeno. Muchos especialistas, recomiendan aplicar estiércol comercial para obtener la seguridad de un control sanitario. Además, es conveniente usarlo una vez maduro, ya que su estado fresco puede resultar muy desgastante. En este caso, se intenta dejar los restos en reposo hasta que desaparece el olor intenso y nauseabundo.

Humus de lombriz

Este tipo de abono se obtiene a raíz del compostaje limpio que se realiza en las lombrices. Sus propiedades son superiores a las de un compost doméstico, porque brinda nutrientes y un alto porcentaje de microorganismos. Tal abono se puede conseguir de forma comercial o fabricar casero a partir de un compost destinado a lombrices.

Guano

El guano se adquiere a partir de restos secos de excrementos de aves marinas, murciélagos y focas. Este tipo de abono suele tener fósforo, nitrógeno y potasio. Es uno de los productos más completos para cubrir las necesidades de nutrientes en los cultivos. Además, es uno de los abonos más utilizados en la agricultura sostenible. A nivel mundial, Perú es uno de los países que más fabrica guano e incluso lo comercializa en versiones convencionales.  

Abono verde

El abono verde nace mediante determinadas plantas que se cultivan para luego ser volteadas y tiradas al suelo para que actúen de nutriente. En este tipo de casos, se encuentran productos como la alfalfa o el trébol, que además de incorporarse a la tierra como material vegetal, fijan el aire que luego es devuelto a la superficie.

Harinas de hueso

Las harinas de hueso se implementan por su alto contenido en fósforo. Este tipo de abono es utilizado para alentar la floración de los cultivos y mejorar el pH de los suelos ácidos. En el caso de las harinas de astas y pezuñas, éstas contienen un alto porcentaje de nitrógeno.

Cenizas

Las cenizas de materias orgánicas aportan potasio, calcio y magnesio. Si bien no poseen nitrógeno, son de gran utilidad para aportar determinados nutrientes que colaboran con los terrenos ácidos. 

Estos son algunos de los ejemplos de fertilizantes que resultan orgánicos y que pueden generar múltiples beneficios en los suelos cultivables y en los resultados productivos obtenidos. Cada vez son más los productores que emplean estos productos para formar parte de una agricultura orgánica y, a su vez, generan una confianza en su público consumidor. 

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