
Cada vez más productores, especialmente los chicos, buscan alternativas para fertilizar sus suelos pero sin usar químicos. Ahí es donde aparece la compañía argentina Agro Sustentable, que comercializa el fertilizante BIOFERT GTG X, aprobado y registrado por SENASA para su uso en la producción orgánica.
La razón de esta elección no es solamente cuidar el ambiente, sino también mejorar la calidad del suelo y obtener productos más sanos. Los fertilizantes ecológicos se presentan como una opción para lograr eso, como una herramienta que ayuda a mejorar la producción sin romper el equilibrio natural del lugar. Aunque el término suene moderno, muchas de estas prácticas ya se usaban hace décadas, solo que hoy vuelven a tomar fuerza en una agricultura que busca ser más sana, más sustentable y menos dependiente de insumos externos.
¿Qué se considera un fertilizante ecológico?
Se considera fertilizantes ecológicos a un grupo de productos que tienen algo en común: vienen de fuentes naturales, no contaminan, y mejoran la fertilidad del suelo sin generar desequilibrios.
Pueden ser sólidos o líquidos. Algunos son simples de hacer, como el compost. Otros requieren un poco más de trabajo, como los biofertilizantes a base de microorganismos. Pero todos se usan con la misma lógica: alimentar a las plantas de forma más natural y, al mismo tiempo, mejorar el estado del suelo a mediano y largo plazo.
En muchos casos, se producen de forma local. Eso reduce la dependencia de fertilizantes importados y ayuda a bajar costos, sobre todo en zonas alejadas de los grandes centros de distribución.
Tipos de fertilizantes ecológicos que más se usan
Uno de los más usados es el compost. Se hace con restos de verduras, cáscaras, estiércol, hojas y materiales similares que se van descomponiendo con el tiempo. El resultado es una tierra suelta, oscura y con olor natural, que ayuda a que el suelo quede más aireado, retenga mejor la humedad y recupere nutrientes que las plantas necesitan.
Otro que se está usando bastante es el humus de lombriz. Se obtiene gracias a lombrices que procesan residuos orgánicos y los convierten en un abono muy nutritivo. Tiene buena capacidad para mantener la humedad y contiene microorganismos que favorecen el crecimiento de las plantas. Se aplica mucho en huertas, viveros y cultivos donde se busca mejorar el suelo sin usar químicos.
Los biofertilizantes líquidos, como el BIOFERT GTG X de Agro Sustentable, son preparados caseros o comerciales hechos con bacterias, levaduras o extractos vegetales. Algunos de los más comunes usan suero de leche, melaza o ceniza, mezclados con agua y otros ingredientes. Se aplican con regadera o con aspersores, y sirven para estimular el crecimiento, reforzar la resistencia de las plantas y mejorar la absorción de nutrientes.
Elegir según el tipo de producción
No todos los fertilizantes sirven para lo mismo. Si se trabaja en una huerta chica, con verduras de ciclo corto como lechuga o rúcula, conviene usar productos de acción rápida como el humus o los biofertilizantes líquidos. Si se trata de cultivos de raíz, como zanahoria o remolacha, el compost bien maduro funciona mejor, porque mejora la textura del suelo.
En frutales, el compost y los biofertilizantes aportan nutrientes sin alterar el equilibrio del árbol. En plantaciones más grandes, como olivares o viñedos, algunos productores combinan compost, abonos verdes y manejos que retienen la humedad, como la cobertura vegetal.
Los bioinsumos y su importancia
En muchos casos, estos fertilizantes se usan junto a otros bioinsumos, como insecticidas naturales o bioestimulantes. Son productos que no solo nutren, sino que también ayudan a las plantas a resistir el estrés por calor, heladas o sequías. En producciones orgánicas, estos bioinsumos están validados por certificadoras y permiten cumplir con los requisitos para vender con sello.
Esto es importante para quienes apuntan a mercados donde se exige trazabilidad y producción sin agroquímicos. En Argentina, hay más de una docena de certificadoras que revisan prácticas como esta, y varias provincias tienen programas que impulsan el uso de fertilizantes ecológicos en la agricultura familiar.
Buenas prácticas y acompañamiento técnico
Para que todo esto funcione, hace falta algo más que ganas. Muchos productores necesitan acompañamiento. Algunas organizaciones rurales y técnicas están haciendo talleres, cursos y asesoramiento para enseñar a hacer compost, lombricompuesto o biofertilizantes. También se arman bancos de materiales o espacios compartidos para procesar y aplicar los productos.
Además, se empieza a hablar más de buenas prácticas agrícolas en relación con los fertilizantes. Se trata de aplicar con el suelo húmedo, evitar las horas de más sol, no sobrecargar de materia orgánica si el suelo ya está cargado… Son detalles que marcan la diferencia.